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CUERPO Y MATRIZ DE IDENTIDAD
Centro Zerka T. Moreno
El psicodrama considera al hombre un ser vincular en acción, cuya evolución individual se realiza en una secuencia de matrices de espacio y tiempo que lo contiene: 1) La matriz cósmica, en donde la existencia es espiritual o energética. 2) La matriz planetaria, (histórica), donde la energía espiritual utiliza la conjunción de materia y energía, es decir, psique y cuerpo, para expresarse. 3) La matriz genética, donde se conjugan las historias que darán como resultado la posibilidad de vida de un ser único, complejo e indivisible. 4) Las matrices de identidad, familiar y social, que permiten la individuación y socialización. 5) La matriz cósmica, que aparecerá nuevamente al cumplirse el ciclo de la vida. La definición de “psicodrama” está implícita en la palabra que lo denomina: “Psicodrama, alma en acción. El acto como centro, comienzo y expresión de la psique. La vida individual va cumpliendo su desarrollo a partir de actos creadores que permiten el cambio de matriz a matriz y logra una complejización cada vez mayor. El nacimiento es un acto creador integrado al devenir de la vida donde aquello que funciona traumáticamente es sólo la aceptación de la nueva forma de vida que implica el límite que la materia impone a la energía espiritual. Como todos los actos creadores inherentes a la evolución del ser humano no se realiza sola, sino en conjunto o vincularidad. En este acto el protagonista encuentra un yo auxiliar, la madre, que acompaña el proceso con sus propios cambios corporales. Uno y otro adecuan sus posiciones, sus estructuras óseas y musculares para llevar a cabo la acción contenidos por la matriz familiar y social. Después del nacimiento el niño se encuentra en la matriz de identidad que es básicamente la relación madre-hijo, en la cual logra la identidad psíquica como ser diferenciado, para luego integrarse familiar y socialmente. En esta matriz se desarrollan los roles psicosomáticos, es decir, las funciones corporales que irán expresando las necesidades de este ser, complementadas por el rol materno jugado por la madre u otro familiar. En la matriz de identidad se cumplen cinco etapas: El bebé no diferencia aún su cuerpo del cuerpo materno al que vive como parte de él mismo. La diferenciación comienza con el cambio en la respiración inmediatamente posterior al nacimiento, acompañado del cambio en el rol contactador. De una piel cubierta por líquido amniótico y que no reconoce sus límites, pasa al límite que implica su pasaje por el canal de parto y el contacto Mónica Zuretti Zubiría
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posterior con el aire donde se establecerá un intercambio diferente. A nivel espiritual podemos plantear la pregunta de si no es este rol al ofrecer límites claros y la diferenciación con el medio, el que ayuda a completar la encarnación. Esta primera etapa es diferente para cada rol psicosomático: desde la inmediatez del rol respirador a la más gradual de los roles sensoriales y la lenta del rol sexual que se completa en el ejercicio de la genitalidad y que implica la confluencia de múltiples roles en su consecución. Comienza con las primeras señales de reacción frente al otro: la visión de la cara humana, la sonrisa, las voces, etc. Empieza en este momento a establecerse la brecha entre fantasía y realidad; entre los múltiples estímulos provenientes de la matriz cósmica que el espíritu recibe y contiene y las limitantes realidades de una materia que se expresa por medio de funciones corporales. Es fundamental en este período el rol del durmiente que permite la supresión de los estímulos corporales que exigen al espíritu constante adecuación a las nuevas circunstancias. La brecha entre fantasía y realidad se establecerá en forma progresiva y se mantendrá a lo largo de la vida. El organismo humano es una expresión en pequeño de la totalidad del universo en una clara unidad entra macro y micro cosmos. La brecha entre fantasía y realidad tiene como función limitar con la experiencia vital el microcosmos en el cual se desenvolverá un ser permitiéndole adquirir sus dimensiones, sus posibilidades y sus vínculos, diferenciándose de los demás y de su entorno para comenzar desde esa experiencia su camino de reencuentro con la unidad y la totalidad. Una grave patología psicológica es que no se establezca la brecha entre fantasía y realidad, y que esta experiencia de nidación planetaria no se realice, en cuyo caso la experiencia concreta de existencia familiar y social es extremadamente difícil. La familia expresándose por el rol materno, al igual que durante la nidación fisiológica, puede o no brindar el continente necesario para que el contacto sea positivo y de atracción mutua o de rechazo o indiferencia. En el caso de un rechazo, el bebé totalmente dependiente, no sobrevivirá, si hubiera una continencia suficiente para permitir su aceptación corporal pero no para lograr establecer la brecha entre fantasía y realidad, aparecerán las muy severas patologías psicológicas. La posibilidad de estructuración de esta brecha posterior es muy difícil y depende de la posibilidad de una nueva nidación social. Para que no exista un descontrol psíquico la brecha entre fantasía y realidad debe haberse establecido en su momento y ser mantenida durante la vida cotidiana. Una vez comenzada a establecerse la diferencia entre realidad y fantasía, entre matriz materna y matriz cósmica, la experiencia de crecimiento del recién nacido se centrará en la diferenciación de los elementos del mundo que lo circunda. Mónica Zuretti Zubiría
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3ERA. ETAPA: SEPARAR LA CONTINUIDAD DE LA EXPERIENCIA Aparece en esta etapa la noción de angustia frente a los extraños que se manifiesta a través de cualquier rol psicosomático: respirador, contactador, etc. Y la risa y el llanto. 4TA. ETAPA: CENTRAR SOBRE SÍ MISMO SUS POSIBILIDADES Surge el reconocimiento frente al espejo, el control del intercambio con el medio. Es la posibilidad de ponerse en el lugar de otro, permitir que la experiencia propia sea compartida y compartir la de los otros. Se cumple la asunción de los roles hasta el desarrollo máximo que el medio permita, el resto depende de la creactividad y espontaneidad individuales. Estas cinco etapas desarrolladas en la matriz de identidad continúan perfeccionándose durante el transcurso de la vida. En la MATRIZ FAMILIAR presente siempre en el desarrollo individual como placenta social, tiene lugar la estructuración de roles sobre los cuales se basarán posteriormente todos aquellos que la persona desarrolle. Así el rol de padre, madre, hijo, hermano, según sean desempeñados permitirán el libre ejercicio de las diversas funciones en la matriz social. La MATRIZ SOCIAL tiene contacto directo con un individuo cuando éste sale por primera vez de su placenta familiar y entra en un medio que permite su inserción como persona social, socializada y socializante. La MATRIZ PLANETARIA espacio-tiempo definido presente en todo el devenir, es a su vez su continente cósmico y del intercambio que se establece en las sucesivas matrices. El hombre es así un ser espiritual cósmico, con alma y cuerpo, perteneciente a un espacio-tiempo planetario, que se expresa y se construye a sí mismo en conjunto con otros seres con los que se vincula. Este conjunto o grupo sociocultural evoluciona en profunda comunicación que se manifiesta en la energía afectiva o de vincularidad, es decir la Tele. Esta evolución de sentido positivo o negativo se transmite genéticamente a los sucesores. El factor tele está presente siempre entre los hombres y la vincularidad real en un instante determinado sólo actualiza una relación ya existente que se expresa en las identidades particulares. Mónica Zuretti Zubiría

Source: http://www.irhvitoriagasteiz.eu/images/textos/cuerpo.pdf